Cómo te asustaban de pequeño? Lo común era infundirte miedo para evitar cualquier acción. No hagas eso porque viene El Coco, si no haces caso te sale La Llorona y así más o menos. Pero en mi casa realmente se las ingeniaron y llevaron el psicoterror a otro nivel. Bueno les gustaba crear historias terroríficas que al menos hoy las puedo contar con algo de asombro.

Cuando hacíamos alguna travesura, decíamos una grosería o dañábamos algo, mi mamá no nos castigaba, solía pegarnos con un rejo de vaca -le decíamos El Peludo- que siempre estaba escondido. Si lo encontrábamos, mi hermana o yo, El Peludo terminaba misteriosamente en el techo de la casa o en el solar de algún vecino. 

Bueno volvamos al cuento inicial, cuando veíamos que venía mi mamá con El Peludo salíamos corriendo a unas velocidades dignas marcadoras de récords. Cómo no podía alcanzarnos, mi mamá y mi grupo familiar, empezaron a decir que hace mucho tiempo una niña que estaba corriendo de su mamá se le abrió la tierra y quedó con más de la mitad del cuerpo enterrado. 

No la podían sacar, estaba literalmente atrapada. Allí le tenían que llevar la comida y alimentarla. Si sus familiares intentaban quitar la tierra, con una escardilla alrededor, salía sangre y la muchacha lloraba de dolor. Así que se tenía que quedar allí por siempre. 

Cuando murió el cuerpo fue sacado sin ningún inconveniente. Yo intentaba no correr paralizada por el miedo, pero el dolor que causaba El Peludo era el clic que te hacía correr. 

Yo me acostumbré a utilizar sus mismos métodos para vencerlos. Si mi mamá decía que se abría la tierra yo me persignaba y prometía ir a misa el domingo. Y mientras ella venía caminando rápido con El Peludo en las manos yo repetía mi plegaria a Dios -sí, directo al jefe- « que no se abra la tierra, que no se abra la tierra»
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